7 ago 2012

Cuestionamientos


A cierta edad, Eugenia Catalina Victoria empezó a llenarse de cuestionamientos. Quería saber de dónde provenía y cuál era su misión en el mundo como muñeca de trapo. Al principio se sentaba en el marco de una ventana que daba a un jardín. Cavilaba sobre su origen, si había otras muñecas parecidas a ella, así como las tantas niñas que le asignaron a cuidar. Como no pudo hallar una respuesta en su mente de algodón, empezó a leer los libros de casa. Leyó de todo. Desde ciencia, filosofía, religión. Leyó, por supuesto, a Darwin y la Biblia. No le convencieron. Leyó sobre la teoría del Bing Bang, le interesó saber sobre la materia negra e incluso se puso a pensar en el origen de los hombres. Pero no halló la respuesta que quería. Hasta que de repente halló una revista de manualidades. Entonces halló la verdad que quería. Las verdades que quería. Supuso incluso que el hombre fue confeccionado al igual que ella, pero ellos en su ignorancia jamás lo aceptarían. Y, para tomar las cosas con calma, revisó las instrucciones sobre el arte de crear muñecos de trapo. Seccionó una de las cortinas, sacó el relleno de un cojín y confeccionó un compañero. Cuando éste despertó, luego de constantes caricias en la cabeza rellena de esponja, escondió la revista de manualidades. Al estabilizar todos sus sentidos, le dijo que debían confeccionar un hijo para que formen una familia. Él aceptó de manera natural, asintiendo con su mentón floreado. Entonces Eugenia Catalina Victoria le tomó de la mano, lo llevó al sofá y apagó la luz. Fin.