28 abr 2010

Crucificada

Hoy le di un barbitúrico en la bebida
La llevé a mi cuarto, la tiré en el piso
La desvestí
Saqué el colchón de la cama
Armé de improviso un crucifijo de tamaño natural con las tablas de madera
La tomé de los brazos, estaba pesada por el sueño
La puse encima de la cruz
Extendí sus manos
Y le clavé las extremidades a la madera con las palabras que nadie me permite utilizar.

Desde entonces la tengo colgada en mi jardín
Algunos no entienden y llaman a la policía
Otros en cambio hacen eso con sus esposas
Pero no era mi intención influir en la familia nuclear, yo solo quise
que la poesía en la cruz me haga un milagro al tercer día de resucitación.

¿Y qué más?
Tiene una almohada donde reposa la cabeza.
Y por si acaso un letrero encima que dice mi nombre.

25 abr 2010

Un poema que encontré en la calle

La vez pasada vi un poema que caminaba cojeando
Andaba mal de la rodilla
Le dije que le habían puesto mal los engranajes
Pero no me hizo caso
Le vi el rostro cansado
La piel a medio lijar
Las manos un poco mullidas y las piernas arqueadas
El poema siguió su camino
Pero me enojé tanto por el desaire que escupí al suelo
Y tomé mi bate béisbol y le pegué en la corva derecha
La gente me miraba
Me gritaba abusivo de mala entraña
Cobarde mala madre
Pero el poema de repente empezó a caminar derecho
Abrió incluso un poco más los ojos y se estiró como desperazándose
Y la gente dijo que era milagro
Por supuesto que no lo era, simplemente fue un golpe seco.

El poema entonces se hizo amigo mío
Lo llevé al centro de Lima para hablar de otros poemas
Me dijo que varios necesitan del poder de mi bate
Aunque algunos ya andaban desahuciados debido a la pedantería de algunos
Que escriben poemas y los olvidan en los libros que logran editar con editoriales mediocres.

Y así, estuvimos por Quilca, Camaná, Colmena
El poema estaba un poco picado, pero qué diablos
Le presenté un par de prostitutas, se quedó con la más gorda
Fuimos a bailar a un bar de mierda y su rodilla mejor que nunca.
Pero se nos hizo tarde así que apuramos acostarnos con las putas
El poema gimió gritando nombres de mujeres
Lugares y calles que yo no conocía, deliraba de placer.

Saliendo del hotelucho le pregunté al poema por qué aquellos nombres y lugares
Me dijo que con eso andaba por todas partes, porque se había perdido y olvidado muchas cosas
Que tenía entre sus bolsillos algunas ideas que su dueño las había dejado
Que bien pudieron ser para un par de libros y quizás más
Y que yo lo había encontrado y que pensaba si era mejor buscar a quien lo escribió
O meterse en mi cuaderno de apuntes, que él no diría nada.
Obviamente que de inmediato le pegué con mi bate de béisbol en la cabeza
Cayó como una costal de cuentos de final feliz
Lo metí entre las hojas de un cuaderno viejo y lo encerré en mi mochila.

Desde entonces ando despostillando cabezas y rodillas por el centro de Lima
Para ver si algún poema perdido se arregla y me ayuda con eso de tener que escribir
Y no sufrir toda la noche porque los poemas no caen en la trampa de pájaro
Que siempre pongo cada noche encima de las hojas en blanco como ésta.

22 abr 2010

Días raros

TIC
Hoy anduve por Wilson y vi a un gringo caminar con un extraño tic. A cada paso volvía la cabeza y parecía mandar besos a la persona que caminaba detrás de él. Y en cada 5 pasos, levantaba la rodilla izquierda, como marcando el paso en desafile escolar. Así, lo vi desde Paseo Colón hasta la Av. Bolivia. El gringo entró a un centro comercial. Antes, quería sacar mi cámara fotográfica, pero pensé en que me comportaría como idiota. Es un defecto físico, si yo tuviera alguno, no me gustaría que me anden fotografiando como si fuese un espécimen raro y en extinción.

Recuerdo que no es el único tic raro que he visto. Hace años, un compañero de clase, tenía un defecto físico que le hacía levantar la mano derecha, haciendo puño, como si fuera a darle un puñete al que se pusiera frente a él. Varias veces, incluso en presencia mía, algunos se asustaron, o se pusieron en guardia, según sea el carácter.

BOLETO
En el micro de regreso, los cobradores suelen entregar boletos a las personas que pagan el pasaje. Estos pequeños papelitos son el comprobante que pedirán luego los controladores para saber si pagamos o si somos unos conchudos de mierda. Bueno, el asunto es que algunas personas tienen una manera extraña de conservar este boleto. Algunos lo doblan en 3 ó 4 partes y lo meten entre el dedo y el anillo. Otros, lo meten entre libros que leen en el camino. Algunas mujeres lo meten en sus bolsos. Otros en su mochila o morral. Otros entre su muñeca y su reloj. Otros en el bolsillo de su camisa, en el bolsillo de sus pantalones (delantero, trasero o secretero). Otros en su billetera, algunas en su monedero. Otros simplemente cruzan los brazos para dormir y ponen el boleto doblado entre sus dedos (digamos entre las falanges del dedo medio y anular), para que el cobrador no los moleste con eso de "pasajes y boletos a la mano".

Y así, otras formas más extrañas. Pero hay casos extraños de gente distraída que no saben dónde guardan el boleto, porque al momento de subir el inspector, simplemente nunca lo encuentran. Algunos de estos hombres extraños, pagan otra vez y tal vez tres veces más.

VEREDA
¿Se han topado con una de esas casualidades de la vida donde caminan y ven a una mujer atractiva y empiezan a seguirla solapadamente hasta cierta esquina con el fin de contemplarla? Bueno, la mujer sigue su camino, parece darse cuenta, pero se hace la que no. Entonces caminas lento, dejas que ella vaya adelante y te haces como si no te importara. Pero llega el momento de la despedida. Ella lo sabe también. Cruzas hacia la otra vereda y ella voltea de reojo y se despide estoicamente. Ambos piensan en si debieron tenerla iniciativa para decirse algo y cambiar el curso de la historia de la humanidad.

LIBROS
Hay un librero en el jirón Quilca que tiene en stock, sin exagerar, miles de libros. La mayoría son viejos, de segunda o tercera. Algunos tienen el sello de CORTESÍA en la primera página, otros el sello de determinada BIBLIOTECA, otros tienen firmas de sus dueños, algunos hasta tienen dedicatorias de los autores (en su mayoría desconocidos). Bueno, visité otra vez a ese librero. Ahí se tiene que escarbar como buscando tesoros en la playa o en un jardín de abundante yerba mala.

En esta ocasión hallé una "Antología de poetas cubanos", una compilación de artículos de La República, sobre el terrorismo de los 80', "El eterno marido" de Dostoievski, "Erotismo y liberación de la mujer" de J. L. Aranguren y "La revolución cubana. Un testimonio personal", de Ciro Alegría. Dejé algunos escondidos para comprarlos mañana, "Segunda parte del diario personal de Ribeyro", "Ensayos sobre comunicación y capitalismo", y un libro (cuyo nombre no recuerdo) de Luis Alberto Sánchez.

A la salida me regalaron un periódico anarquista y todo me costó 25 soles. No sé de dónde apareció el dinero. Saliendo me crucé con una poeta, fui al bar Queirolo, me crucé otra vez con la misma poeta y como en el bar todavía no empezaba un recital donde también participaría Enrique Verástegui, pues decidí no esperar y me fui. En el camino pensé en escribir estas cosas. Ya las hice. Punto final.

21 abr 2010

No hay que dejarse vencer (No es un texto cojudo de autosuperación)

No hay que dejarse vencer por un poema.
No hay por qué ni para cuándo o para siempre.
Un poema es sadomasoquista, lesbiano y barato
Prostituto de corte militar en la San Martín y borracho a medio vestir de Quilca.

A un poema hay que amarrarlo a la cama
Decirle una que otra lisura y soltará el culo.
A un poema hay que darle un par de azotes
Para que deje de joder tanto y empiece a dibujarse en esa hoja de mierda.

A un poema hay que amarrarlo a un poste
Echarle un poco de gasolina y amenazarlo de muerte
Mostrarle de vez en cuando un fósforo encendido
Un cigarro, o el mismo rostro encendido de rabia para que nos tenga miedo.

A un poema hay que sorprenderlo de espaldas
Tomarlo de la nuca y presionar sobre su sien derecha
Una pistola de grueso calibre, una que haga mucho ruido al dispararse
Por si acaso probar la pistola antes de usarla y ver cómo el poema se caga de miedo.

A un poema hay que drogarlo, hablarle como amigo
Y en el instante menos esperado meterle tranca
Petarle la barriga y la cabeza hasta que sangre
Orinarlo luego, luego patearlo otra vez
Para que no joda tanto y se dibuje en esa hoja de mierda que jode con su puto color blanco.

No hay que engreírlo, desde el inicio el principio de autoridad
Desde el inicio enseñarle una manguera cortada, un fierro caliente
La hebilla de la correa, los puños listos, el escupitajo a media lengua
No hay que dejar una rebelión que luego se venga con eso de los derechos líricos.

La licencia la tenemos hermanos, insomnes, tensos, ambiguos seres humanos
Tenemos incluso la obligación de poseerlo en algún rincón de casa
Encadenado como loco, a pan y agua, arroz y comida de perro chusco
Así, condenarlo a la vil servidumbre y maltrato. No hay que ponerse sensibles.

Y luego, luego la hoja en blanco lo mismo, debemos escribir
Con la mano que más usamos y con la otra ir quemando papeles en la vela
Para que también la hoja en blanco no joda tanto y sin cobrarnos esfuerzo
Adquiera el talento heredado de muchas hojas y muchos árboles que muchos poetas han visto.

19 abr 2010

¿En qué gasto mi plata?

I
Trabajo por el centro de Lima. Recorro todos los días la ruta Los Olivos-Centro de Lima. Es decir: transito la avenida Palmeras, la Panamericana Norte, Alfonso Ugarte, 28 de Julio y bajo en el cruce con la Av. Wilson (O Arequipa). Salgo a las 6 de la chamba, pero a veces me quedo hasta más tarde, no porque me guste el trabajo sino porque le tengo miedo al tráfico. Y así, me quedo hasta que la secretaria encargada de la llave me bota de la oficina para cerrar.

Si es que salgo tarde camino un buen rato por la avenida Wilson, hasta Quilca, para pasar por los libreros y revisteros (también por los bares antiguos, los grupos de punk, góticos, metaleros y vendedores de marihuana). Si tengo plata, no puedo evitar quedarme solo con algunas monedas para regresar a casa. A veces me he quedado a las justas con S/.1.20, el pasaje exacto que te cobran en la 73, El Rápido o la 47.

La última vez que caminé por este jirón, fue para tomar algunos tragos con unos amigos de universidad en el bar de Ciro (en realidad se llama Don Lucho, pero prefieren llamarlo como llaman siempre al mesero, para pedirle una más y nos vamos). Pero aquellos amigos nunca llegaron. Mientras los esperaba fui a chequear algunos libros viejos, de un casero conocido. Rebuscando, hurgando y husmeando, logré hallar un librito que llamó de inmediato mi atención. Se llamaba “Los ojos de Picasso”. Era un libro publicado por la UNESCO, que trataba de un análisis sobre la manera en que Picasso pintaba los ojos en sus innumerables pinturas. Ciegos, virolos, miedosos, perdidos, todos ellos retratados por el genio español.
El libro contenía imágenes diversas y estaba impresa en papel couché, buena impresión, en buen estado. La edición era italiana y era de 1970. Ya pues, habría que usar una técnica para comprarla.

Como se trataba de libros apilados al azar. El asunto es coger uno y preguntar. Cuando se tiene el libro deseado, se le muestra al vendedor. Éste si es un poco culto, sabe si es libro es valioso o no, según el tema y autor. Pero si no sabe mucho de libros, sólo mira el estado del mismo y el número de páginas y les pone precio según la pinta que tengan. Así que apliqué la técnica que aprendí con los años de universitario.

Busqué otro libro, uno que más o menos me interesara. De preferencia uno viejo y no tan bien conservado. Y lo hallé: “Saber y dialéctica”, del Dr. Bogumil Jasinowski, profesor de la universidad de Chile, año 1957. Bueno, lo cogí y lo llevé al vendedor. Para sorpresa mía, no estaba (yo lo conocía, es un chato de unos 45 años que sabe lo que vende, de veras) y solo miré a dos mujeres de unos 24 años. Como no soy un adonis, ni nada de eso, nunca intento coquetear (además mi Negra me mata si se entera), así que decidí aplicar la misma técnica, digo, consideré que las jóvenes iban a ser más suspicaces e inteligentes.

Llevé el “Saber y dialéctica” para que me digan el precio. Al parecer no me hicieron tanto caso porque se estaban atragantando con un sabroso anticucho que llegó de la calle al mismo tiempo que mi pregunta. “8 soles”, me respondió una de ellas, la que acababa de tragar un pedazo de corazón a la parrilla. Muy bien, ahora faltaba el otro. Con cierto tono de desprecio, pregunté por el libro de Picasso, así, agarrándolo de la punta, como si despidiera un hedor. “5 soles”, me respondió la otra. Juntas parecían uno de esos monstruos mitológicos de dos cabezas, que estaban devorando algún mancebo recién sacrificado.

De inmediato pregunté si era posible llevar ambos libros a 10 soles. “Ya”, respondieron al mismo tiempo y siguieron con lo suyo. No resultó tan difícil. Pagué de inmediato y los dejé ahí con su anticucho preparado de corazones de jóvenes vírgenes.

Cuando supe que mis amigos nunca llegarían, me fui a la Plaza San Martín, me senté en una de las bancas hechas de mármol. Me vi rodeado de varios putos y viejos que conversaban sobre política, pero igual, ya estaba acostumbrado a ese mundo, yo soy ex alumno de la universidad Federico Villarreal, la mejor universidad del Perú para aprender la realidad de la calle. Me puse a leer.

II
Bueno, el asunto es que ya es mitad de mes y me he quedado a las justas con el dinero para pagar el alquiler, la comida y los pasajes. Ya no puedo darme algunos gustos, como el que me doy cuando paso cerca de las 10 de la noche por la Plaza Bolognesi. Por allí pululan algunos ambulantes que te venden celulares robados, zapatillas de segunda, candados, revistas porno y lo que siempre busco: viejos casetes.

La vez pasada, después de terminar una chamba bien estresante (debido a que tuve que darle gusto al cliente y hacer una mamarrachada que él imaginaba como genialidad), bajé por este lugar y me tropecé con uno de esos vendedores que expenden sus novedades sobre un plástico tendido en la vereda. Para mi suerte vi casetes y para mi mayor fortuna vi lo que pocas veces he visto en mi corta vida de comprador ilegal. Allí estaban, tres casetes originales y juntos: Chabuca Granda, Lucha Reyes y Los Chalchaleros.

El vendedor me los ofreció al ver mi interés (Hice mal, porque nunca debo mostrar interés con este tipo de vendedores, sino te asaltan con el precio. Y si tienes cara de cojudo, te asaltan literalmente), y como ya la había cagado, le pregunté por el precio. “A 3 soles cada uno”, me dijo. Pensé que era un buen precio, pero tenía que negociar. “Rebaja pes amigo”, dije. “Ese es su precio compare, son originales, así no más no vas a encontrar”. Es cierto, aunque me lo dijo mecánicamente. Así no más no los iba a encontrar. No.

Luego de verlos, chequearlos y olerlos, pensé en que sí me alcanzaba el dinero y que valía la pena, pero no quería claudicar. “Dos soles pes amigo”, le dije, adoptando una pose achorada. El ambulante de pelo escrespado y sonrisa cachacienta me miró y de reojo respondió: “Ya, pero al toque, que viene serenazgo”, me dijo finalmente. Entonces era el hombre más feliz del centro limeño. Todo el smog era el más puro oxígeno y el ruido del tráfico era una melodía de Franz Lizst.

Así, ya estaba todo listo. Solo faltaba que metiera mi mano derecha al bolsillo. Pero algo en mí, mi voz interior, mi ego, mi resentimiento incaico por todos los muertos de la conquista española me dijo que debía seguir con el enfrentamiento mercantil con el ambulante. Verifiqué sus debilidades y al toque mi boca desbordó una frase que le dio la final estocada: “Amigos, los pruebas por favor”, le dije con una seriedad que no habría podido quebrantar un terremoto de 30 grados, con aluvión incluido. El ambulante, que ya me estaba cayendo simpático (debido a que lo miré totalmente controlado), no tenía alguna radiograbadora o walkman antiguo para probar la mercancía y sólo alcanzó a decir: “No te pases pes compare, no tengo pa probar”. “Bueno, pucha, cómo hacemos ahora”, respondí en el acto. “Están bien compare, siempre también me traen a mí”, dijo como pidiendo clemencia.

Ya vencedor, con la bayoneta arriba y con la bandera en el lugar de la bandera enemiga, le dije: “Los 3 a 5 soles”. El hombre, el rey de la Plaza Bolognesi, no tuvo otra que coger los tres casetes y entregármelos. Yo le pagué con 3 monedas de sol y una de 2 soles. Listo. Todo estaba consumado. “Otro día me doy una vuelta, a ver si me traes otras novedades”, y me fui sin esperar a que respondiera. De seguro maldecía a toda mi generación y todos mis ancestros y toda mi descendencia.

Bueno. El asunto fue que me fui contento. Esos tres casetes valían más que mi celular. Sin duda. “Así no más no vas a encontrar”. Cierto. Así no más no encontraría esos casetes. Al llegar a casa puse el de Chabuca, canté “Fina estampa”, “La flor de la canela” y “Puente de los suspiros” con un ímpetu que de seguro despertó a mi casera que acostumbra tomar un par de barbitúricos antes de dormir. Era mi día. Y me reí de un amigo que me dijo: “¿Qué haces con tanto casetes, por qué no los botas, si ya hay mp3?”. Imbécil...

15 abr 2010

¿Extorsionadores? No gracias, ya tenemos.

Chiclayo, lunes 12 de enero. 2:30 PM. El bibliotecario Nolberto Contreras disfruta de una siesta después de almorzar, pero es interrumpido por el ruido estruendoso del teléfono. Todavía un poco somnoliento contesta.

-¡Aló?
-Hola. ¿Sr. Nolberto?
-Sí, él habla. ¿Con quién tengo el gusto?
-Oiga, ¿usted quiere a su familia?
-¿Perdón?
-Si quieres a tu familia concha tu madre.
-Bueno, sí… aunque, digamos, en mi familia somos tantos.
-¿Eso qué significa?
-¿A usted qué le importa, quién es usted?
-No te me pongas malcriado que tu familia puede pagar muy caro…
-¿Es usted de algún banco?
-No, cojudo, soy un extorsionador y si no me das 30 mil soles hoy día, tus hijos y tus padres van a pagar muy caro por sus vidas. ¿Me entiendes, no?
-O sea, ¿si yo no pago ellos pagarán? Pero si están peor que yo. No tienen dinero, menos mis padres. Usted sabe, los jubilados y la 19990, como que no les favorece, no hay justicia para los que trabajaron muy duro para…
-¡No idiota!, si no pagas, ellos pueden sufrir un accidente.
-Ah, ¿es usted vidente o algo así?
-Oe, ¿te haces el tarado? ¡No juegues conmigo!
-Es que usted no habla claro, señor extorsionador.
-Mira, empecemos de nuevo.
-O sea, ¿volverá a llamar?
-¡No carajo! Vamos por partes. Para empezar, ¿hay otra persona por ahí que pueda contestar el teléfono?
-No. Aunque a mi perro le he estado enseñando a ladrar en el auricular, usted sabe, por eso de las emergencias. ¿Ha visto Animal Planet? Pues debe verlo, hay perros que salvan vidas y este ha aprendido algo. ¿Quiere oírlo?
-No, no me interesa tu maldito perro. Te lo repito de nuevo y más claro: si no me entregas los 30 mil soles que te pido, hoy mismo, yo y mis amigos le haremos daño a tu familia y también a tu maldito y entrenado perro.
-¿Y por qué a mí no?
-Porque no nos da la gana imbécil. Además, si te hacemos daño, ¿a quién le cobramos?

Pequeño silencio de 5 segundos y 3 milésimas. Afuera un perro ladra, suena un claxon, un aprista roba. El extorsionador hace un gesto y se mira en el espejo y piensa: “Carajo, los extorsionados ya no son los de antes”. Entonces Nolberto continúa:

-Bueno, creo que ya entendí, pero que hay un pequeño detalle.
-¿Cuál?, no me digas que no tienes el dinero, porque de ser así, tu familia…
-No, sí tengo el dinero, pero son para otros extorsionadores. Mire usted, la semana pasada llamaron la banda de los ‘40 Malos’ y dijeron que ya estábamos matriculados con ellos. Es más, no me dieron un día, como usted, sino una semana. Al menos alcanzó para juntar.
-¿Los '40 Malos’? Pero si les dije que este era mi territorio.
-Bueno, señor extorsionador. No se ofenda, pero ellos me trataron mejor y además me prometieron cuidarme de otras bandas de extorsionadores. ¿A qué banda pertenece usted?
-¡Eso a ti no te interesa!
-No sí me interesa, porque el de los ’40 Malos’ criticaban a otras bandas y les pusieron apelativos muy chistosos. Jejeje.
-¿Ah, sí? ¿Qué dicen?
-Bueno de los ‘Buldog’ dicen que más parecen ‘chanchos cachetones’, porque todos ya están pasados de colesterol. De 'Los Tigres’ dicen que son unas gatitas en celo. De los de la ‘Jauría’ de Leoncio Prado, dicen que son una sarta de locas y que prostituyen a sus esposas. Y así. Por eso, le preguntaba a qué banda pertenece usted.
-Así que gatitas, ¿no? Ya se jodieron.
-Pero señor, no le vaya a decir que yo les dije, ¿ok?
-…
-¿Aló, aló?

Se oye que cuelgan el teléfono.
Al día siguiente:


-¿Aló?
-Aló, ¿señor Nolberto?
-Sí, él habla, ¿en qué lo puedo ayudar?
-Soy de la banda de los ’40 Malos’, ¿ha escuchado de nosotros? Pues le traigo noticias. Si usted hoy no me da 25 mil soles, mataré a un familiar suyo.
-¿Extorsionador? No gracias, ya tenemos.
-¿Cómo dice?
-Sí, ayer me llamaron 'Los Tigres’ y me dijeron que yo pertenezco a su territorio.
-¿Eso dijeron?
-Sí, y además que los ’40 Malos’ se ponen en 4, cuarenta veces, y son malos, pero para disparar.
-O sea que 'Los Tigres’ quieren guerra…
-Bueno señor, no les vaya a decir que yo les dije, por favor…
-…
-¿Aló, aló?

Al día siguiente, en el quiosco de periódicos.

Chiclayo se tiñe de sangre
MUEREN 24 EN TERRIBLE BALACERA
Delincuentes se enfrentan por territorio y termina en masacre que conmociona a ‘La ciudad de la amistad’. Banda denominada ‘Los Tigres’ y ‘Los 40 Malos’ se disputaban una esquina comercial, extorsionado a los empresarios de la zona. Policía no descarta lío de faldas, porque según los vecinos, los delincuentes mencionaban constantemente nombres de mujeres.

Más información, mañana, con espectaculares imágenes de los cadáveres en plena avenida Leoncio Prado.


Golpe de suerte
BIBLIOTECARIO CHICLAYANO GANA LA TINKA
El ciudadano Nolberto Contreras de 48 años, gana el premio mayor de la Tinka. Un chiclayano más se pone a la altura de los más prominentes millonarios del país.