25 abr 2010

Un poema que encontré en la calle

La vez pasada vi un poema que caminaba cojeando
Andaba mal de la rodilla
Le dije que le habían puesto mal los engranajes
Pero no me hizo caso
Le vi el rostro cansado
La piel a medio lijar
Las manos un poco mullidas y las piernas arqueadas
El poema siguió su camino
Pero me enojé tanto por el desaire que escupí al suelo
Y tomé mi bate béisbol y le pegué en la corva derecha
La gente me miraba
Me gritaba abusivo de mala entraña
Cobarde mala madre
Pero el poema de repente empezó a caminar derecho
Abrió incluso un poco más los ojos y se estiró como desperazándose
Y la gente dijo que era milagro
Por supuesto que no lo era, simplemente fue un golpe seco.

El poema entonces se hizo amigo mío
Lo llevé al centro de Lima para hablar de otros poemas
Me dijo que varios necesitan del poder de mi bate
Aunque algunos ya andaban desahuciados debido a la pedantería de algunos
Que escriben poemas y los olvidan en los libros que logran editar con editoriales mediocres.

Y así, estuvimos por Quilca, Camaná, Colmena
El poema estaba un poco picado, pero qué diablos
Le presenté un par de prostitutas, se quedó con la más gorda
Fuimos a bailar a un bar de mierda y su rodilla mejor que nunca.
Pero se nos hizo tarde así que apuramos acostarnos con las putas
El poema gimió gritando nombres de mujeres
Lugares y calles que yo no conocía, deliraba de placer.

Saliendo del hotelucho le pregunté al poema por qué aquellos nombres y lugares
Me dijo que con eso andaba por todas partes, porque se había perdido y olvidado muchas cosas
Que tenía entre sus bolsillos algunas ideas que su dueño las había dejado
Que bien pudieron ser para un par de libros y quizás más
Y que yo lo había encontrado y que pensaba si era mejor buscar a quien lo escribió
O meterse en mi cuaderno de apuntes, que él no diría nada.
Obviamente que de inmediato le pegué con mi bate de béisbol en la cabeza
Cayó como una costal de cuentos de final feliz
Lo metí entre las hojas de un cuaderno viejo y lo encerré en mi mochila.

Desde entonces ando despostillando cabezas y rodillas por el centro de Lima
Para ver si algún poema perdido se arregla y me ayuda con eso de tener que escribir
Y no sufrir toda la noche porque los poemas no caen en la trampa de pájaro
Que siempre pongo cada noche encima de las hojas en blanco como ésta.

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