22 abr 2010

Días raros

TIC
Hoy anduve por Wilson y vi a un gringo caminar con un extraño tic. A cada paso volvía la cabeza y parecía mandar besos a la persona que caminaba detrás de él. Y en cada 5 pasos, levantaba la rodilla izquierda, como marcando el paso en desafile escolar. Así, lo vi desde Paseo Colón hasta la Av. Bolivia. El gringo entró a un centro comercial. Antes, quería sacar mi cámara fotográfica, pero pensé en que me comportaría como idiota. Es un defecto físico, si yo tuviera alguno, no me gustaría que me anden fotografiando como si fuese un espécimen raro y en extinción.

Recuerdo que no es el único tic raro que he visto. Hace años, un compañero de clase, tenía un defecto físico que le hacía levantar la mano derecha, haciendo puño, como si fuera a darle un puñete al que se pusiera frente a él. Varias veces, incluso en presencia mía, algunos se asustaron, o se pusieron en guardia, según sea el carácter.

BOLETO
En el micro de regreso, los cobradores suelen entregar boletos a las personas que pagan el pasaje. Estos pequeños papelitos son el comprobante que pedirán luego los controladores para saber si pagamos o si somos unos conchudos de mierda. Bueno, el asunto es que algunas personas tienen una manera extraña de conservar este boleto. Algunos lo doblan en 3 ó 4 partes y lo meten entre el dedo y el anillo. Otros, lo meten entre libros que leen en el camino. Algunas mujeres lo meten en sus bolsos. Otros en su mochila o morral. Otros entre su muñeca y su reloj. Otros en el bolsillo de su camisa, en el bolsillo de sus pantalones (delantero, trasero o secretero). Otros en su billetera, algunas en su monedero. Otros simplemente cruzan los brazos para dormir y ponen el boleto doblado entre sus dedos (digamos entre las falanges del dedo medio y anular), para que el cobrador no los moleste con eso de "pasajes y boletos a la mano".

Y así, otras formas más extrañas. Pero hay casos extraños de gente distraída que no saben dónde guardan el boleto, porque al momento de subir el inspector, simplemente nunca lo encuentran. Algunos de estos hombres extraños, pagan otra vez y tal vez tres veces más.

VEREDA
¿Se han topado con una de esas casualidades de la vida donde caminan y ven a una mujer atractiva y empiezan a seguirla solapadamente hasta cierta esquina con el fin de contemplarla? Bueno, la mujer sigue su camino, parece darse cuenta, pero se hace la que no. Entonces caminas lento, dejas que ella vaya adelante y te haces como si no te importara. Pero llega el momento de la despedida. Ella lo sabe también. Cruzas hacia la otra vereda y ella voltea de reojo y se despide estoicamente. Ambos piensan en si debieron tenerla iniciativa para decirse algo y cambiar el curso de la historia de la humanidad.

LIBROS
Hay un librero en el jirón Quilca que tiene en stock, sin exagerar, miles de libros. La mayoría son viejos, de segunda o tercera. Algunos tienen el sello de CORTESÍA en la primera página, otros el sello de determinada BIBLIOTECA, otros tienen firmas de sus dueños, algunos hasta tienen dedicatorias de los autores (en su mayoría desconocidos). Bueno, visité otra vez a ese librero. Ahí se tiene que escarbar como buscando tesoros en la playa o en un jardín de abundante yerba mala.

En esta ocasión hallé una "Antología de poetas cubanos", una compilación de artículos de La República, sobre el terrorismo de los 80', "El eterno marido" de Dostoievski, "Erotismo y liberación de la mujer" de J. L. Aranguren y "La revolución cubana. Un testimonio personal", de Ciro Alegría. Dejé algunos escondidos para comprarlos mañana, "Segunda parte del diario personal de Ribeyro", "Ensayos sobre comunicación y capitalismo", y un libro (cuyo nombre no recuerdo) de Luis Alberto Sánchez.

A la salida me regalaron un periódico anarquista y todo me costó 25 soles. No sé de dónde apareció el dinero. Saliendo me crucé con una poeta, fui al bar Queirolo, me crucé otra vez con la misma poeta y como en el bar todavía no empezaba un recital donde también participaría Enrique Verástegui, pues decidí no esperar y me fui. En el camino pensé en escribir estas cosas. Ya las hice. Punto final.

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