22 nov 2012

Ayer el camino


Ayer el camino parecía más largo y más camino que nunca.
Por supuesto que determiné seguir, no sin antes aflojar la espada
y asegurarme un abrigo para protegerme de la noche, mas no del frío. 
Entonces recordé tu presencia y el gerundio que más amabas
cuando con el brazo resonabas lo del pensamiento
y lo que deseabas en ese instante y caminábamos
trasladando nuestros cuerpos al ocaso de los mismos.

Ayer caminé sediento. El camino era más camino que nunca
y más frío que siempre y más amargo que a veces.
Me senté sobre una piedra para de vez en cuando
saber que tengo que llegar hacia alguna parte.
Nada, el silencio me tomó del cuello cuando me propuse
hablar conmigo mismo de ti.
Nada, el tiempo se sentó a mi lado, como esperándome
como haciéndome perder el último minuto que nos quedaba
mientras la vida valía ser escalada a peldaño irresuelto.

Ayer el camino era triste y más,
era un conjunto de pasos inconsecuentes, inconclusos
incomprendidos, incomunicados, incorrectos.
A veces pensaba en aquello de que se hace camino al andar
y perseguí una huella que daba a un río
otra que daba a un puente
y otra que desaparecía como si el camino
hubiera convencido ortogonalmente al caminante de turno.

Ayer, vida, ayer viento, frío, codo en la costilla
nubes acalarodas, la misma esquina vehemente
la misma gravedad que hunde mi cabeza
el mismo viento que me trae al oído
aquel gerundio que te gustaba
mientras aparecías a mi lado, pero no tanto, porque te acomodabas
y yo sonreía de una manera exageradamente feliz
aún sin felicidad
digamos
un poco más predispuesto a intentarlo todo 
por un centímetro cúbico de una sonrisa que te guardabas.

Ayer caminé para intentar caminar contigo. 

15 oct 2012

Algoritmos irresueltos


Tu presencia forma una curva ascendente que define
y suma intervalos que excluyen las prioridades
alternando comas y puntos entre las permutaciones que parecen negarte
pero al mirarme alertas igualdades quebradas y me multiplicas
y tus pies juegan a tenerme condenado.

Por ti es este día
y me gustan las inclemencias que suscitan
tus labios que hacen sombra en mis determinaciones clandestinas.

Tú eres desembocadura serena y torva elástica que duplica la cama
Y haces que las sábanas estén en la misma categoría de aves gordas
traspasando la bóveda celeste, hasta el cielo o el segundo piso de la casa.

Tu piel sugiere un número
tus manos proclaman la independencia de todo.
Es este calor que muere como mariposa.

Tu piel es una sugerencia de palabras
que lo dicen todo y que lo matan todo si los interrumpes.
Algún día entenderemos a plenitud la creación espontánea
pero ahora importa más conocer a qué sabe tu espíritu.

Tú eres madera lisa y tu devenir extenso
hacia mi felicidad
crea el incienso que nos embriaga para creernos que estamos
y que si las luces se muestran de perfil apagadas
es porque tenemos la misión de crearlas
de crearlo todo para ignorarlo luego.

Los dos entonces navegamos en la punta de un lápiz
y un cisne nos mira mientras se sacude las alas.
Ambos acabamos divididos, multiplicados por 0 y resueltos infinitos.  

7 ago 2012

Cuestionamientos


A cierta edad, Eugenia Catalina Victoria empezó a llenarse de cuestionamientos. Quería saber de dónde provenía y cuál era su misión en el mundo como muñeca de trapo. Al principio se sentaba en el marco de una ventana que daba a un jardín. Cavilaba sobre su origen, si había otras muñecas parecidas a ella, así como las tantas niñas que le asignaron a cuidar. Como no pudo hallar una respuesta en su mente de algodón, empezó a leer los libros de casa. Leyó de todo. Desde ciencia, filosofía, religión. Leyó, por supuesto, a Darwin y la Biblia. No le convencieron. Leyó sobre la teoría del Bing Bang, le interesó saber sobre la materia negra e incluso se puso a pensar en el origen de los hombres. Pero no halló la respuesta que quería. Hasta que de repente halló una revista de manualidades. Entonces halló la verdad que quería. Las verdades que quería. Supuso incluso que el hombre fue confeccionado al igual que ella, pero ellos en su ignorancia jamás lo aceptarían. Y, para tomar las cosas con calma, revisó las instrucciones sobre el arte de crear muñecos de trapo. Seccionó una de las cortinas, sacó el relleno de un cojín y confeccionó un compañero. Cuando éste despertó, luego de constantes caricias en la cabeza rellena de esponja, escondió la revista de manualidades. Al estabilizar todos sus sentidos, le dijo que debían confeccionar un hijo para que formen una familia. Él aceptó de manera natural, asintiendo con su mentón floreado. Entonces Eugenia Catalina Victoria le tomó de la mano, lo llevó al sofá y apagó la luz. Fin. 

31 jul 2012

Un breve cigarro

Para la gente común y corriente que carga una hoja de peso desproporcional a su cuerpo
sólo somos dos personas sobre la vereda
que se pasan un cigarro mientras caminan atentando contra la salud de medio planeta
para nosotros
son besos en la tormenta aprisionados
en el filtro
y no lo decimos hacemos saber a la gente
porque de tanta humedad en el tabaco 
solemos navegar en vez de intercalar los pasos
sobre la tierra sepultada entre las hojas acumuladas
por la gente que las hace secar sobre sus espaldas.

22 jul 2012

Suspiras

Suspiro para desprenderte del pecho
despegarte descoserte desenhebrarte de mis costillas
limpiarte de mis pulmones
suspiro para que dejes de convertirte
en el órgano mejor protegido por mis huesos.

Lloro para sacarte de mis ojos
para echarte desdibujarte
y no verte unida al ciclo del agua
hasta confundirte perderte uniformizarte con la lluvia.

Camino para dejarte perderte engañarte con mi sombra
hacer como que cruzo la esquina pero me quedo en la vereda
y tu recuerdo de la mano con mi sombra por la calle más larga de Lima.

Sin embargo vuelvo a respirar y tú con toda tu mudanza
te quedas enhebras regresas nunca te despegaste
te envuelves en mi pecho que te protege
suspiras
y todo vuelve a empezar otra vez.

28 jun 2012

Metropolitano

Viajamos tan apretados que yo me rasque su brazo, él contestó con mi celular y ella se maquilló nuestros ojos... 

26 jun 2012

Me casé con ella


Su padre no tenía cabeza, pero a pesar de ello no me daba miedo
Su madre tenía un ojo sobre la frente
Y sus 88 hermanos eran invisibles.
Con todo eso, me casé con ella, porque cantaba. 

20 jun 2012

Ensayo sobre tus ojos

Tus ojos grandes indeterminados
inmensos incandescentes ideologizados por el éter
acostumbrados a vibrar a 4.7 grados
en la escala de Mercali

Tus ojos como semáforos en ámbar
como faros de los aparatos mecánicos
que no nos encuentran a media pista
tus ojos, claraboyas cegantes
enhiestos enemistosos elaborantes

Grandes como farolas sobre veredas enladrilladas
en el límite de las casas viejas orilladas a los árboles
tus ojos como lámparas de mesa
como ventanas
dos grandes puertas de alabastro

Son dos palmas abiertas
intentando decir la verdad
dos cometas en otoño
dos semillas de café
tus ojos entre gaviotas horizontales
dibujadas a lápiz

Dos tragaluces entre la quincha
eclipses de luna
dos palabras halógenas
de tungsteno
de inducción electromagnética
dos bombillas que los suspiros no apagan.

31 may 2012

Medianoche

Yo quiero olvidarte pero existe la rosa
los caminos perversos,
la palabra moribunda
el olor a tu vientre plano
y el sonido que haces cuando no eres tú la que viene.

En realidad yo quiero matarte.
Y bebo sobre esta mesa
amargo solo conocido
sobre esta mesa.

Yo quiero que me atiendan
que vengo de caminar una calle muy larga
para que se me olvide el recuerdo.

Escribes...

Escribe como si urdiera la última pista sobre un asesino que es él mismo. Como si la policía estuviera a tres pasos de su puerta antes de allanarlo. Escribe como si tuviera el cuerpo intoxicado, como si una plaga estuviese carcomiendo sus manos, como si un ruido le estuviese destrozando el cráneo con una aguja.

Escribe como si la tierra no dejase de temblar. Como si tendría cargado un muerto, quizás más, sobre la conciencia y uno en las espaldas, a punto de echar al camión de basura. Escribe porque sabe que si no lo hace pueden venir otra vez, no se lo dice a nadie, nadie sabe quiénes son ellos, ellos, los que le persiguen y cada vez son más.

Escribe como si el tiempo clavara un minutero sobre su parietal. Como si se ahogara con el mismo oxígeno. Escribe como si ya hubiese decidido algo que temía y se prepara para ejecutar el plan malévolo, elaborado una noche en que la sociedad le dio la espalda, tildándolo como persona apta para trabajar. Escribe porque su padre acaba de golpearlo, golpear a su madre y matar a su perro.

Escribe porque tiene miedo de morir en una plaza, mientras bebe licor y fuma sus dedos y los dedos del compañero desconocido. Escribe para tener algo que fumar a veces. Como si caminara por las calles con sentimiento de culpa, por amar demasiado, o por jugar a la felicidad en el baño.

Escribe como si lo acabaran de atropellar en una de las tantas calles que le perdonaron injurias a los hombres más enfermos, cuando la lluvia perfora las palmas de las manos, mientras llora pero se ríe. Escribe porque ya nada vale la pena. Y estornuda, mira la hoja, la arruga y la tira. Vuelve a escribirlo todo.

Dicen escribir

“Dicen escribir y no sienten mordiscos en el hipotálamo ni un ente que quiere salir de nosotros acuchillándonos por dentro. Dicen inspirarse y no agonizan en una cantina para morir todos los días embarrados de llanto contándole a un desconocido cómo es que decidieron ya no esperar a Elena”.

Felipe Revueltas en la pared de un baño.

La palabra alrededor de mi cuello

La palabra que no digo me punza el pecho
me ortiga la piel hasta postrarme
y no halla mi esófago.

Cada palabra formando una flema arenosa, 
mordida por mis ansias lisofílicas de mandíbulas hambrientas.
Cada palabra envenenándome las venas y la saliva.

La palabra que no digo me duele los dientes
me quita las sábanas,
se para en la cabecera de la cama
como la mujer pálida y triste que esperamos ver en el corredor
(y aquellos pasos escuchados me duelen en el vientre).

La palabra que no digo me consume las uñas
me rasga la cara para caminar compungido
y me hace correr, no pensar,
encontrar una moneda martillar a mi cerebro,
sobre lo que trato de olvidar.

La palabra que callo aprieta el gatillo.
La mujer pálida y triste me sirve el desayuno:
dos panes, un café con cicuta, dos cucharadas de azúcar
 y la palabra alrededor de mi cuello.

Siempre escribo para ti

Siempre escribo para ti aunque ya no lo haga o lo hice nunca. (Yo no escribo, fracaso). Siempre me dejo caer como una fruta que nadie ha cogido y agrio lucho por ocupar un centímetro cúbico en el humor de una calle orinada.

Entonces escribo

Una mujer que no existe corre hacia mí,
entonces escribo.
Me levanto de la cama para pertenecer a esta realidad
(es decir: planchar mi ropa
o imprecar desde mi ventana a la gente que va deprisa al trabajo)
para llegar a la extravagancia
de ser yo mismo en un tiempo determinado.
Me lapidan. Entonces escribo.
Tratando de cerrar los ojos (entonces)
concluyo y decido seguir acostado,
por conveniencia.

La belleza de Rimbaud

“Una noche, senté a la belleza en mis rodillas. La encontré amarga. Y la injurié. Pero se ofendió, me dio una cachetada y me dijo que no vuelva a buscarla. Me tiró los ramos de flores en la cara. Me rompió la guitarra en la cabeza. Me dijo que era un maricóndemierdajodidohijodeputa”.

Felipe Revueltas con dos litros de cerveza y media caja de cigarros.