Una mujer que no existe corre hacia mí,
entonces
escribo.
Me levanto de la cama para pertenecer a esta realidad
(es decir: planchar mi ropa
o imprecar
desde mi ventana a la gente que va deprisa al trabajo)
para llegar a la extravagancia
de ser yo mismo
en un tiempo determinado.
Me lapidan. Entonces escribo.
Tratando de cerrar los ojos (entonces)
concluyo y decido seguir acostado,
por conveniencia.
31 may 2012
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