31 may 2012

Escribes...

Escribe como si urdiera la última pista sobre un asesino que es él mismo. Como si la policía estuviera a tres pasos de su puerta antes de allanarlo. Escribe como si tuviera el cuerpo intoxicado, como si una plaga estuviese carcomiendo sus manos, como si un ruido le estuviese destrozando el cráneo con una aguja.

Escribe como si la tierra no dejase de temblar. Como si tendría cargado un muerto, quizás más, sobre la conciencia y uno en las espaldas, a punto de echar al camión de basura. Escribe porque sabe que si no lo hace pueden venir otra vez, no se lo dice a nadie, nadie sabe quiénes son ellos, ellos, los que le persiguen y cada vez son más.

Escribe como si el tiempo clavara un minutero sobre su parietal. Como si se ahogara con el mismo oxígeno. Escribe como si ya hubiese decidido algo que temía y se prepara para ejecutar el plan malévolo, elaborado una noche en que la sociedad le dio la espalda, tildándolo como persona apta para trabajar. Escribe porque su padre acaba de golpearlo, golpear a su madre y matar a su perro.

Escribe porque tiene miedo de morir en una plaza, mientras bebe licor y fuma sus dedos y los dedos del compañero desconocido. Escribe para tener algo que fumar a veces. Como si caminara por las calles con sentimiento de culpa, por amar demasiado, o por jugar a la felicidad en el baño.

Escribe como si lo acabaran de atropellar en una de las tantas calles que le perdonaron injurias a los hombres más enfermos, cuando la lluvia perfora las palmas de las manos, mientras llora pero se ríe. Escribe porque ya nada vale la pena. Y estornuda, mira la hoja, la arruga y la tira. Vuelve a escribirlo todo.

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