4 feb 2010

Jack el destornillador (inconcluso)


…entonces miró la muñeca grande de su hermana que tenía engranajes de tornillo. Sacó la caja de herramientas y encontró el destornillador estrella que vio usar a su padre. Así, utilizó la misma técnica de su padre y sacó en el acto los tornillos que unían las extremidades de la muñeca. Desde ese memorable momento supo que se convertiría en Jack el destornillador.

Su hermana buscaría pronto la muñeca. Él la escondió encima del ropero para que su hermana de 4 años no pudiera encontrarla, debido a su apenas un metro de estatura. Entonces, de seguro, si es que no se equivocaba, su hermana pondría un anuncio en el periódico que prometía una jugosa recompensa para quien encontrara a su muñeca Martina. Si tal aviso no funcionase, recurriría a la prensa y luego la policía se ocuparía del caso y Jack no tendría más remedio que esconder a la muñeca bajo la tierra del jardín. Sin embargo, mientras la policía no daba con él, con el destornillador, tendría la libertad y licencia para destornillar a otras víctimas. Entre ellas estaba la muñeca de su prima Mirtha, la radio vieja de su padre y un andamio que antes estaba en la cocina, pero ahora reposaba solitario en el patio de juegos.

Jack se apoderó del destornillador. Su padre anduvo buscando esa herramienta para instalar algún interruptor de electricidad para el dormitorio que ocuparía la abuela que pronto llegaría, pero Jack negó todo, su determinación fue incólume y ni siquiera una tortura de amenazas y promesas de, por ejemplo, prohibiciones de salida por meses enteros, hubiesen funcionado (Su padre sólo le preguntó si había visto tal herramienta y Jack dijo simplemente: “No”).

Era definitiva su decisión. Ese destornillador sería suyo, ya estaba seguro de que era una extensión de sus manos, de sus extremidades superiores… y de repente se imaginó a la muñeca, fue a sacarla del ropero y la enterró en la tarde cuando sus padres aún no llegan de trabajar y su hermana sale a comprar el pan con la empleada del hogar.

Fue un acto inmediato. No debía haber huellas, y eso lo hacía más difícil, pero no imposible. Apenas la empleada cerró la puerta, Jack fue a su dormitorio, sacó la muñeca y la dirigió al jardín. Ya tenía un hoyo preparado. Había cavado mientras jugaba con sus carritos que raras veces tocaba. Para que nadie se diera cuenta, tapó el hoyo con un viejo tapete que decía bienvenidos. Así, sacó dicho viejo telar que su padre decía había traído de la primera casa en Monterrico. Cuando vio el hoyo listo y hambriento tiró a la muñeca dentro de él. Claro, primero tiró el torso, luego las piernas y finalmente los brazos. Fue rápido. La panadería estaba solo en la esquina. Cubrió todo con la misma tierra extraída y la sobrando la esparció al pie del viejo pino. Luego extrajo un poco de césped del jardín, cubrió el cuadrante que había dejado el hoyo con la hierba y todo se veía como si nadie hubiera pasado por ahí. Nadie se enteraría en cien años, nadie, nadie y el tapete de bienvenidos le decía a Jack que se había ingresado al mundo prohibido de lo incorrecto, del crimen, del destornillamiento a tornillo frío.

Cuando la empleada llegó, encontró a Jack frente al televisor de la sala. Sus diez años, su cabello castaño, su carita graciosa, sus buenas notas en el colegio y su calmado carácter lo hacían el hijo perfecto, el perfecto niño de barrio, el niño que todos quieren tener. Así, la empleada lo miró conmovida, se le acercó y no pudo soportar darle un beso en la mejilla. Jack a su vez la miró sonriente, enamorándola en el acto. Su hermanita, en cambio, miró extrañada la escena y de inmediato fue a ver si el teléfono tenía algún mensaje que traiga buenas nuevas respecto a la desaparición de Martina. Por supuesto, no encontró nada. Jack entonces puso el canal 79, estaban pasando El Padrino de Puzzo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

excelente cuento para tener más activa a la imaginación y creatividad! buena mezcla del niño inocentón del que todos dicen: "si así fuera mi hijo" y del asesino y malvado que todos tenemos dentro -algunos no tanto- pero que tarde o temprano sale de su escondite para hacer unas cuantas travesuras... en fin!

interesante el hecho de disfrazar un tierno cuchillo o una cierra elentrica o una bomba nuclear en un simple y delicado (bueno no tanto) destornillador... interesante forma de representar la inocencia y maldad de un niño de 10 años... muy bueno!

saludos compare, ojalá sigas escribiendo más seguido! es un gustazo leerte!

ojalá nos sorprendan con uno d tus textos en la tercera edición de Literalgia!