Sentada, vieja
con un millón de recuerdos menos en la cabeza que en el sombrero
recordó la vida
el amor, una piedra en la vereda, una puerta que daba a un jardín
recordaba una carta
se miró las manos, las usó como espejo
y pudo verse cuando alguien le dijo que se veía hermosa todo el tiempo
y más todavía bajo los postes de luz amarilla.
Desde entonces, recuerda
Andaba bajo los postes de luz amarilla, junto a la vereda
En el límite de la calle por donde solía perderse
Caminaba llevando detrás un poste que le habían regalado luego
Cuando a todo el mundo le contó lo sucedido: se veía más hermosa que todavía
Y más abajo la luz amarilla de un poste amarrado a la cintura.
Abrazada del tiempo
Cambiaba los focos con premura y las manos
De día llevaba una cantidad razonable de sombra
Acumulada por los años en su dormitorio
Sonreía cuando recordaba que le gustaba la vida
Lloraba en realidad
Y medía muy bien el cuerpo para inclinar la cabeza
Hacia la luz amarilla para que las lágrimas se vean todavía
Más bellas y no duelan…
31 ene 2011
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