29 sept 2011

A mis papás

Siento mucho tener que escribirles esta carta, tal vez no era necesario, pero quería que sepan por qué he tomado esta decisión egoísta.

La verdad es que estaba al borde de todo, en el límite de todo, cuando ya nada importa. Ustedes han visto lo mal que he estado todos estos meses. No he estado enferma, ni estresada por los estudios, sino tontamente alterada, afectada por el amor (amor, sí, esa cosa inventada por el humano y entendida de diferente manera por cada uno). Digo tontamente porque sé que les parecerá tonto, porque siempre me han dado buenos consejos, me han embarrado siempre en la cara los buenos deseos y planes que tienen para mí. Sin embargo, cuando una es joven cree que todo eso apesta, que nadie te debe poner freno y menos andar marcando el camino. Aún así, siempre los he respetado. No sé qué clase de infancia habrán tenido ustedes. No los juzgo, debió haber sido difícil, nuestra familia nunca fue adinerada, descendemos de las haciendas, nuestro color ‘blanco de piel’ proviene de los patrones españoles que violaban a nuestras tataratataraabuelas…

El asunto es que yo me sentía totalmente decepcionada de la vida y no hallé mejor solución que matarme. No por huir, no estoy desesperada. Simplemente todo dejó de tener sentido.

Sé que he sido fuerte para muchas cosas, que tengo un carácter imperativo (hasta perverso), pero parece que al final eso no importa cuando las determinaciones son dictadas por los momentos, aquellos dioses del Olimpo que deciden todo.

Me decepcionaron. Eso fue lo que inició todo. La decepción me carcomía por dentro, me ardía a fuego lento el estomago, el esófago me perforaba la garganta al hablar, alguien introducía un clavo en mi cabeza todo el día. No quería vera a nadie y a ustedes los traté mal, por lo cual les pido disculpas. Nadie tiene más culpa que yo misma, por querer tanto a una persona, por confiar tanto en alguien, por dejarme caer, por creer que puedes contrarrestar los designios de la gravedad.

Se habrán dado cuenta de que dejé de ir a clases por mi supuesta enfermedad. Y también se habrán dado cuenta de que casi no hablaba con nadie. Claro que se dieron cuenta, ustedes son los que ‘mejor me conocen’. Son mis padres y los quiero a pesar de nuestros problemas. Pero ahora, leyendo mi carta, ¿ven que no me conocían la mitad?

Sé que les afectará mucho esta decisión, pero sé también que lo superarán. No podría vivir así. El mundo dejó de tener sentido. Desde antes ya ni sabía qué día era, no comía, botaba la comida por el baño y casi no dormía. De repente ya no lloraba, me sentía como anestesiada. De seguro cualquiera hubiera pensado que estaba loca, pero no, estaba más cuerda que nunca.

Yo estaba muy enamorada y me entregué completamente a ese hombre. Teníamos planes juntos a futuro, jugaba a ponerles nombre a mis futuros hijos, hacía todas esas cosas que ahora me parecen ridículas. Llegué a embarazarme, ustedes nunca lo supieron. Cuando él supo que yo esperaba un bebé que ya tenía 2 meses en mi vientre, decidió cortar la relación. ¿Se imaginan eso? Yo estaba asustada por ustedes, pero esperaba al menos aliento por parte de él, pero no, me dejó sola. Incluso, el muy humano demasiado humano, hizo algunos comentarios que insinuaban que el hijo no era suyo. ¿Se dan cuenta?

A una amiga le conté todo y casi la forcé a que me acompañe a una ‘clínica’ abortiva. Ella no quería comprometerse, pero le dije que me mataría si no me acompañaba. Así que lo hizo, pero luego dejó de hablarme, dijo que sentía mal por el aborto. Una de mis mejores amigas me dejó sola. Sé que hice mal, me arrepiento, pero ya está todo hecho. Decidí tomar estas pastillas cuando empecé a ya no sentir nada.

Así, como verán, mi vida ya no tenía sentido. Nadie me hubiera podido ayudar. No hubieran funcionado esas palabras optimistas como que “soy joven”, que “tengo futuro”, que “la vida comienza otra vez”, no. Nada hubiera funcionado porque ya no quería que funcione nada.

Por eso les repito que esta decisión es racional. No estoy desesperada. Lo hago conscientemente.

Les pido disculpas otra vez y espero que sepan entenderme. Quiero que comprendan que de alguna forma, ya había dejado de vivir. Y vivir así no era justo para nadie, ni para ustedes ni para mí.

Los quiero mucho.

Adiós.

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