21 oct 2009

Maldita rana


Nunca supe dibujar. En las tareas escolares sólo calcaba los dibujos con papel carbón (creo que se llamaba así). Si no tenía esa hoja de carbón azul, lo hacía con un papel delgado al cual le echaba un poco de kerosene para su mayor transparencia. Los dibujos salían bien, aunque luego mi cuaderno se quedaba con todo ese olor a cocina de los 80'.

Salvo la buena muñeca para los dibujos cuasieróticos, o mejor dicho grotescos (los clásicos penes, los traseros que se iniciaban con dos paréntesis, o las tetas que podían dibujarse con una W o con dos "U"), nunca destaqué en esta materia donde, según un profesor, todos tenemos algún talento escondido.

Bueno, yo no tuve un talento escondido (Fácil que estaba encarcelado y huyó limando los barrotes, o salió despavorido acuchillándome por dentro mientras dormía). Pero sí lo tuvo mi amigo Pashu. No sé por qué le decían así. En su partida de nacimiento decía Beto, pero la profesora insistía en llamarlo Alberto, pero para nosotros era Pashu, o el "pirata" para los enemigos, los que se burlaban de su pupila izquierda, la tenía blanca, y parecía crecer con el paso de los años.

Recuerdo que en segundo de primaria, estábamos con eso de "Cucú cucú, cantaba la rana... cucú cucú debajo del agua". Toda la santa mañana. Hasta que la profesora, para irse a comer al cafetín, nos dejó de tarea dibujar a esa maldita rana que no sé por qué diablos cataba "Cucú", si ellas croaban.

La rana que intenté dibujar, por supuesto, era más parecido a una caricatura de caricatura de un muñeco de peluche de rana mal cocido por un ciego zurdo. Pero el de Pashu no. Su rana era igualita al del libro y hasta la estaba coloreando. Yo le presté mis colores, no sé cómo hacía para combinar y crear diversos matices a esa edad. Poco a poco lo rodeamos y las chibolas que en el futuro iban a ser las futuras jugadoras del partido de la vida, o en todo caso, las manipuladoras que gobernarían el mundo, ya le habían dicho que les dibuje una "ranita" en sus cuadernos. Pashu aceptó.

Los chibolos que no nos atrevimos a pedirle el mismo favor, pudimos ver cómo, en menos de un minuto, Pashu dibujaba esa maldita rana con sombrero, con su sonrisa cachacienta y encima de una hoja. Las niñas futuras dominantes del mundo, futuras rompecorazones, motivos de varios suicidios colectivos, de alteraciones mentales y de largas noches de insomnio frente a un puto computador, se iban de una en una con sus dibujos en sus cuadernos que si no olían a uva, olían a fresa. Las menos agraciadas, las más inteligentes, las que finalmente harán en el futuro el trabajo duro y pesado, y se congregarán para las manifestaciones feministas, también cayeron rendidas al talento de Pashu y pidieron el mismo favor. Por supuesto, Pashu aceptó con la única condición de recibir esos chicles Bomba que tenían como figura a un elefante haciendo un globo con la goma.

Finalmente, Pashu fue la vedette. Tenía en su haber más de 20 ranas en media hora y los que asomábamos por la ventana, esperando a que regresara la profesora para calmar esta humillación, nos acercamos para ver cómo el dibujante terminaba de pintar su dibujo. Hasta que ocurrió. Uno de los chibolos futuros oficinistas y lameculos de cualquier jefe que se cruce en su camino, le pidió a Pashu un dibujo, y, claro, éste aceptó a cambio de 20 céntimos. Entonces se apuntaron otros, y otros más. No se trataba de favor, se trataba de negocios, así que no había tanta humillación.

Faltaban unos 5 dibujos pagados por adelantado, cuando de repente entró la profesora. Esa que pateaba a mis compañeros, la que se prestaba una correa para castigarnos y que tenía un clavo en la pared para colgar un trozo de manguera que nos turnábamos para llevarla a casa. Esta bruja moderna, hizo sentar a todos y, sin perder el tiempo, se dispuso a digerir su comida de serpiente mientras revisaba los dibujos que había dejado como tarea preventiva.

Empezó por Aymé, la chica que olía a magnolias aún cuando no sabíamos qué eran las magnolias. Esta pequeña muestra de los semidioses, demasiado limpia y demasiado perfecta para ser humana, había concitado diversas guerras internas en el bosque que quedaba por el río (el salón se dividía en dos bandos por ella y rescatarla del malvado director era la misión principal). La profesora vio su dibujo y la felicitó, claro que ella fue la única que no pidió el favor a Pashu. Luego siguió con José Luis, a quien felicitó de manera efusiva, mostrando el dibujo que "había hecho", aunque sin pintar todavía. La cara de la bruja cambió, solo le faltaba ofrecernos una manzana. Pero el momento kodak fue interrumpido por Héctor, que escondía litros de envidia a tan corta edad bajo esa cara de inocente y ese peinado lengua de vaca babosa: "Se lo dibujó Pashu".

Héctor era uno de los que no logró conseguir el dibujo por 20 céntimos. La profesora corroboró de inmediato. Pashu tenía un bonito dibujo, ya pintado y con los arreglos respectivos.
La profesora no sabía si castigar o pegarse un tiro. Así que salió del trance cuando con valor cívico le dijimos que Pashu había dibujado casi todas las malditas ranas. Entonces la profesora decidió salomónicamente: "Pashu tienes 20", ustedes romperán sus hojas en dos y aprenderán a dibujar.

Debo confesar que yo no rompí mi hoja porque mi maldita rana era feíta, pero era mi rana. Me puso un digno 12. Yo hubiera avisado a la profesora que Pashu andaba cobrando por cada dibujo, y así conseguir el segundo puesto después de Aymé, pero no lo hice porque después de que le presté mis colores a Pashu, se sentó a mi lado y fuimos amigos desde entonces.

Hace un año lo vi. Estaba en una esquina, ebrio, con su pupila blanca. Me ofrecía una botella con algún trago barato. Salud, me dijo. Yo no lo rechacé, me tomé ese trago desconocido, tapado con una bolsa negra. Salud, le dije. Entonces hablamos cosas banales, le invité a que dibuje en una revista que hacía con unos amigos, me dijo que sí. Pero luego desapareció otra vez. Me contaron que su madre había fallecido, que no tenía dinero, que no terminó el colegio, que ahora trabajaba en una mina de carbón. Bueno, dije. Me quedé sin palabras como hasta ahora.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Es todo un drama eso de no saber dibujar.

Hace un par de semanas, en un examen disque psicológico, me dijeron que realice un dibujo de una persona. Vaya, hubiera preferido que me digan que no había vacantes, fue peor que mi primer exámen de Derecho en la facultad cuando estudiaba.

Yo ya no estoy para estoy menesteres, que se habrán creído, que uno está postulando para ser acomodador de Wong o de Falabella. ¿Qué hago? ¿Cómo comienzo? Yo sabía eso de que tienes que dibujar un piso, una acción del humano, dibujarlos de frente, si es con lluvia tiene que lleve un paraguas y etc etc. Pero... No sé dibujar carajo!!!!!

Sentado con 520 postulantes para 4 vacantes, y yo en un asiento privilegiado en el balcon mirando jugar a unos peloteros que trabajaban más de diez años en el club de Petroperú, decidí dibujar a un futbolista.

¡Excelente! Pero a qué futbolista dibujo, mmmmmmm claro al mejor del país al "Loco" Vargas. Hice todo mi esfuerzo para dibujar a un tipo con sus rasgos físicos en pleno lance de tiro libre desde la media cancha de futbol. Le dibujé la camiseta peruana, arcos con mallas, palitos del corner, y sin ninguna otra persona adicional. En la leyenda -que era otro de los requisitos- escribí "Juan es un jugador que triunfa en Italia pero que cuando llega a su país de origen entrena solo, todos los días para perfeccionar su técnica y así aspirar con su seleccción a clasificar al mundial".

Miré los demás dibujos de los otros postulantes y todos eran de jovenes con corbata llevando un portafolio entrando a un edificio, de la manera más alegre y exitosa.

¿La cagué? quien sabe. Un amigo me comentó que lo que hice estaba bien... salvo la camiseta. ¿Porqué?
porque -según él- yo estaba demostrando que pertenecía a un grupo de fracasados.

Eso me pasa por postular a trabajos cojudos.

Gallinazo dijo...

A la mierda. En cambio, yo una vez postulé pa korrektor de textos y me hicieron dibujar un señor con paraguas. Yo me esmeré para dibujar a Gene Kelly de Cantando bajo la lluvia, pero me salió un espantapájaros. Sin embargo, fue el mejor dibujo, pero no me contrataron porque yo cobraba mucho, jejeje. Lo mejor de ese día fue la psicóloga, era guapa y parece que lo hicieron a propósito, midieron la cachondez de los entrevistados.