29 oct 2009

Y dios creó al mundo


Dios creó al mundo en un ensayo de química de curso vacacional.
Creó al hombre, lo llamó Adán y nadie pudo comprobarlo en los registros municipales.
Creó el pensamiento y se le volvió manzana.
Creó la maldad y ésta nació deforme, con patas mullidas
y se arrastró para ser serpiente.

Y creó a la mujer y ésta le rompió una costilla al macho alfa
Le robó la billetera Dolce&Gabbana
Y se fue corriendo a Saga Falabella.

Creó también otra mujer para tener hijos
Y como la mezcla genética fue entre parientes
de primer grado de consaguinidad
-según un pergamino rescatado
de los anaqueles de la biblioteca babilónica
y que más tarde confirmó Sciencie en su especial
sobre la endogamia, de versión papel electrónico-,
los hijos le salieron con alas.
Les decían mutantes en el colegio y estos
volaban para cagarlos desde las alturas
hasta que en casa no hubo dinero por culpa del aprismo

y tuvieron que volar cogiendo carteles de Coca Cola para ganarse la vida.
Pero no tardaron en avergonzarse de tal condición
y uno de ellos no quiso vivir a las sombras de su Padre
y se fue a vivir en el sótano aunque sin aire acondicionado.

Otro de ellos, quizás el más liberal, rebelde y neo hippie,
se dejó llevar por Kurt Cobain y creó las circunstancias oportunas para ser crucificado.
Entonces el verbo se hizo carne y Marco Aurelio Denegri ya no pudo conjugarlo.
Y desde entonces los romanos aventaban leones a los cristianos
porque la tauromaquia todavía no era tan popular.
Y llegó San Agustín para vender el copyright de su nombre
a un colegio de clérigos hacendados.

Llegó también el sentimiento de culpa para contradecir al sadomasoquismo.
Llegó luego la decencia que trajo un garrote en la cajuela del coche
para vendérsela a la Santísima Inquisición.
Y los del periódico Trome arrodillánrose de plenitud.

Los devotos, a posteriori, olvidaron a los Borgia y también a Lord Vader
Y se resignaron con Juan Pablo II y Dios le dio sabiduría, amor de los hombres
y un auto con chasis de titanio antitanque.

Y así, Dios creó al mundo para ensayar y le salieron unos más bonitos y obedientes
En la galaxia Andrómeda.
Mientras, los curas hacían el amor en las películas de Almodóvar
En las playas de Miami y en los conventos de clausura
Bombeando sangre a la punta del glande desde un corazón melindroso
Con sentimiento de culpa.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Nacimos monstruos, conforme nos sucede el tiempo iniciamos una mutación insufrible desfigurando el alma, a cada pecado que lastime los sentidos ajenos nos transformamos mostrando la identidad perdida en las cavernas corporales, iluminamos con luz de luna las mareas de nuestra ira. Holocaustos internos edifican el rostro con que reposaremos durante nuestro último suspiro, desollamos la primera muestra de miedo para dejar aflorar el color exacto de la virtud autodestructiva, nacimos esperpentos y sobre nuestros hombros se martiriza la negra cruz de los pecados de nuestros padres para empezar a vivir, a morir como esos terribles hombres de nuestra metamorfosis, y ya somos, por ello, dos en el más allá.
Al terminar el día, cuando otra vez la oscuridad ha transformado la redondez de nuestras miradas, cuando el silencio se descubre navegando por los sentidos y llega la misteriosa hora de la muerte, preferimos nacer de nuevo y morir monstruosamente, porque el hombre que se nos ha incluido es peor que cualquier engendro que se regocija bajo el pecho inocente de algún indeterminado ser, porque el temor a uno mismo es peor que la vigilia de todas las horas sabiéndose humano y aprendiendo de él.
Prefiero ser el monstruo silencioso, opaco, ignorante, porque todo lo aprendido me ha conducido el color exacto de lo que quiero ver, mas en el camino la ruta se transforma como un sendero dibujado en las profundas tierras agusanadas que soportan el peso de la pobreza del alma humana, y no llega jamás, y en la oscuridad sólo suelo observar el beso que se le da al sol.

Anónimo dijo...

Dos opciones mi estimado gallinazo: O quieres llamar la atención o estabas jugando con terocal. Un abrazo